Articular nuestro lenguaje, expresión y acción con la música, es un ejercicio que contribuye a una mejor sincronización en las actividades que realizamos. En la experiencia con el violin identificamos este aspecto, además realzamos nuestras capacidades para la escucha, la atención y la creación.
Sensiblizarnos frente a la música y en general con el arte es una tarea que estamos en mora de realizar, en una sociedad contemporánea donde predomina la rápidez, la poca tolerancia y el poco asombro con relación a lo que nos rodea.
Es de destacar que la música no se hace de la noche a la mañana, tal cual lo descubrimos, es un proceso que exige entrenamiento, dedicación y cariño.
De esta forma, queda la invitación a sensiblizarnos frente a la música, pues ella permite exteriorizar los aspectos más escondidos de nuestra personalidad.

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